miércoles, 11 de junio de 2014
Kei Car, movilidad en Tokyo
Si algo me llamó la atención en mi visita el año pasado a Tokyo, fue el reducido tráfico que imperaba en la ciudad. Tienes más de treinta y cinco millones de habitantes en una urbe en la que, desde su edificio más alto, el Skytree a casi 700 m de altura se pierde en el horizonte, y el concepto atasco parece pura ciencia ficción.
¿A qué se debe? Fácil, tener un coche en la ciudad es extremadamente caro.
Cualquier vehículo en propiedad, además de tener que contar con una plaza de aparcamiento en propiedad (no hace falta imaginar a qué precio está el metro cuadrado), si supera los 4 m. de largo está sujeto a unos impuestos que deja los a sus homólogos europeos en simple calderilla. Así que, o eres millonario y tienes un Lamborghini o un Porsche (que más de uno ví) o te decantas por un Kei car en caso de que el excelente e impoluto transporte público, del cuál hablaré en otra ocasión, no te sea suficiente.
Un Kei-car es, sencillamente, un coche que se ajusta a esa norma de estar por debajo de los 4 m para pagar lo mínimo posible a la hacienda, pues tienen un régimen especial. Obviamente esos coches, dentro del marco de la ciudad quedan como una curiosidad, pero fuera de su entorno son impensables. ¿Habéis visto un Nissan Cube? Pues ahí tenéis la respuesta. Os puedo asegurar que tras una semana ese coche te parecía hasta bonito por las calles de Tokyo... pero una vez de vuelta a Europa la realidad te golpea de nuevo y te hace entrar en razón.
Claro que, ¿cómo te las ingenias para meter la mayor habitabilidad y carga posible en un coche tan pequeño? Pues con un "Frinckaedro", o también llamado cubo.
Por supuesto, imaginaos la publicidad del Suzuki Palette en el que esperas a una bella mujer al lado de tu práctico kei car... ¿qué mujer se resistiría?
Aunque no todo son cubos... pero eso lo dejo para el otro artículo.
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