Si alguien tiene algo que decir en cuanto a vehículos híbridos, sin duda es Toyota. Tras estar ganando años de experiencia con el icónico Prius y lanzándose ya hacía la carrera del coche de célula de combustible con el radical Mirai (como os hablamos anteriormente), todavía había una asignatura pendiente. Los coches con motorizaciones alternativas siempre tienden a un estilo de diseño futurista o rompedor que, a menudo, no cala en el mercado, haciéndose especialmente patente en lugares con gustos tan conservadores como el europeo.
Así que empezando en el Viejo Continente, Toyota decidió apostar por incluir la mecánica híbrida en su popular modelo del segmento C, el Auris. Ahora, estrenando desde hace un par de años la siguiente generación, podemos afirmar que ha sido un rotundo éxito.
Personalmente, me apena que debido a esto no llegara el hermano pequeño del Prius, el Toyota Aqua, pero las líneas del Auris convencían mas al público europeo, hasta tal punto que el modelo ha terminado por exportarse a otros mercados. Así pues, con la puesta de largo del restyling del nuevo Auris, aproveché la oportunidad que ofrecía la marca para probarlo durante un día mediante su promoción en Twitter. Gracias a ello, pude comprobar lo que ofrecía este modelo y su sistema de propulsión.
Lo que más llama la atención según te pones al volante son los acabados. Plásticos rígidos, alejados de los acolchados de las marcas alemanas y francesas, pero de muy buena factura y agradables al tacto. Todo está en su sitio y el puesto de conducción es extremadamente cómodo.
Giramos la llave y damos al botón de arranque. He aquí lo primero que te desconcierta: no se oye ningún ruido. ¿Está el coche en marcha? El comercial ya me había puesto sobre aviso, pero aún así no dejó de sorprenderme. Evidentemente, puesta la gestión de energía en modo ECO, el coche hace los primeros 10 km/h en modo completamente eléctrico. Posteriormente entrará en funcionamiento el motor térmico de gasolina con una transición imperceptible, garantizando una suavidad de marcha impecable.
Como anécdota, buscar aparcamiento te mantenía en alerta, pues si ibas despacio el coche entraba en modo eléctrico, y más de un susto me dio un peatón cruzando por mitad de la calle fiándose tan solo de su oído. Es un mal hábito del que tendremos que desprendernos en pro de ciudades más amigables y menos ruidosas.
Así como en ciudad el coche era muy agradable de conducir gracias al cambio automático, en carretera el comportamiento era diferente. Al tener las baterías montadas en el chasis, el agarre en curva es increíble para un turismo, siguiendo la trazada que le dictas con una nobleza espectacular. Sin embargo no sentirás brío en la aceleración, siendo esta muy constante aunque enérgica, haciéndome recordar los antiguos motores diesel atmosféricos. Un par de fuerza tan constante que solo eres consciente de la velocidad cuando miras el velocímetro, así que me obligó a activar el limitador de velocidad para evitar sustos administrativos.
Todo el vehículo está diseñado para la comodidad. Asientos, mandos, equipo multimedia (tal vez el navegador un poco despistado a veces), calidad de sonido, climatizador bizonal… Un coche familiar ideal para desplazamientos urbanos y de medio recorrido, con un consumo sobresaliente, donde la marca nipona nos recuerda por qué está al mando del mercado híbrido a día de hoy.
Tal vez hasta demasiado noble… pero como señalo en el título, es un coche racional y ahí es imbatible por ahora. Puede que el Prius de cuarta generación, que está ya en el candelero, nos haga cambiar de opinión, pero por ahora me quedo con este.
Artículo original publicado en CoolJapan.es
No hay comentarios:
Publicar un comentario