jueves, 1 de mayo de 2014

Mercedes Clase C, reinventando la fórmula

Hace tres años tuve la oportunidad de participar en uno de los cursos de conducción extrema que organiza Mercedes. De entre todos los modelos, tuve la suerte de que mi primera toma de contacto con un Clase C fuera en tan idóneas circunstancias, ya que no sólo pude comprobar la comodidad de la berlina más conocida de la marca de la estrella, sino que la llevé hasta el extremo que el circuito me permitía.

Quién dijo que un coche de cuatro puertas no pudiera ser divertido. Y es que hay que hacer caso a los publicistas de Mercedes esta vez, "Algo está cambiando..." Ya no asociamos uno de estos coches al clásico señor, en sus bien entrados los cincuenta paseando con calma por el bulevard. Nuestra percepción no es la misma y sino, que me expliquen ese Clase A firmado por AMG.

El anterior clase C ya era un paso adelante en esa dirección pero la nueva versión ha sido una zancada. Hace un mes se hizo la presentación oficial en la Ciudad de las Ciencias de Valencia y allí estuvimos los de Road4Horizon. Bonita y sencilla gala de la cuál salí con una sola idea, tenía que posar mis manos sobre la nueva versión. Líneas agresivas que surcan la carrocería, un morro y zaga afilados, donde la parrilla clásica, en caso de que optes por ella, parece un anacronismo y un interior lleno de detalles más propios de un deportivo que de una berlina. Pero por supuesto sin perder la comodidad que lo caracteriza.

Salí por ciudad con la unidad que me dejaron probar amablemente en Comercial Valencia en modo confort. El coche es grande, sin duda, tan sólo has de fijarte en la curvatura del morro tras el parabrisas, pero sin esfuerzo puedes cambiar de carril y maniobrar. Todo muy suave, tranquilo... hasta que encaras las autopista y cambias a sport.

Ahí la dirección se endurece y el cambio automático empieza a apretar los 170 CV gasolina que vibra bajo las entrañas. No hay estridencias, pero notas la presión en la aceleración y en cuestión de un par de segundos levantas el pie al ver que ya estás en los reglamentarios 120 Km/h. Un parpadeo.

Bien, en autopista vamos bien, ¿pero qué tal cuando afrontamos unas cuantas curvas? El peso del vehículo es indudable y la tracción trasera se nota. No cuesta en absoluto llevarlo por la trazada pese a que busques hacer una conducción deportiva, pues el límite del coche está muy lejos. Haría falta una buena carretera de montaña para saber con exactitud su pisada, pero se siente que tiene aplomo.


Por lo demás, la calidad por la que estás dispuesto a pagar por un Mercedes. Buen tacto en el volante, los materiales, cada detalle bien cuidado y una iluminación interior agradable. El touchpad para controlar el ordenador de a bordo es muy práctico y va un paso más allá del que ofrece Opel en el Insignia. Sólo se echa en falta que para el GPS aún debas de pasar por caja y no haya actualizaciones por internet como ofrece a día de hoy Mazda, pero la marca te cubre los primeros tres años.

Se nota que han aplicado soluciones de modelos superiores de la misma marca y se agradece. Ahora nos falta comprobar que tal se comporta su versión todocamino (o SUV), el GLA que, aunque reconozco que es más de mi agrado ir pegado al suelo si no voy a ir al campo la línea que han conseguido es más bonita si cabe que la del propio Clase C.

Así pues, bienvenido Mercedes Clase C, aunque en realidad nunca se ha ido. Sólo está cambiado... para bien.

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